domingo, 23 de octubre de 2011

El mito de California y la Pimería Alta

En la exploración de nuestra región desde los siglos XV al XVIII se conjugaron mitos y verdades, alimentando con una rica mezcla la imaginación de los exploradores. Por ejemplo, aún el nombre de California estuvo envuelto en la imaginacion. Este nombre se alimentó con la creencia de que era una región habitada por amazonas dirigidas por Calafia, su reina, y que se trataba de “la isla más grande que se haya descubierto, separada de Nuevo México por el Mar Mediterráneo de California,” y que  América podría estar comunicada con Asia más hacia el norte a través de un puente, o bien que habría un estrecho navegable para llegar a Asia al que hasta nombre se le dio: de Anián, en honor a la opinión de Fray Antonio de la Ascención, quien creyó que el reino de Anián se encontraba entre los reinos de Quivira y la California.

Fueron nombres míticos, fueron lugares imaginarios que provocaron expediciones como las de Marcos de Niza o de Vázquez de Coronado, quienes buscaron los fabulosos reinos de Cíbola y Quivira que, como es sabido y lógico, nunca existieron.

Según vimos en el artículo anterior, a fines de 1706 Kino organizó la que, hoy sabemos, fue su última expedición a la costa, en la que le acompañaba Fray Manuel Oyuela. Este describió en su informe porqué se creía entonces que California era isla y no península, cómo fue que Kino sostuvo su peninsularidad y cómo llegó él a verla como península desde las alturas del Pinacate: “no es isla la California sino sólo península, como días ha y con mucha razón dice y escribe  el padre Eusebio Francisco Kino que nos trajo a ser testigos de esta verdad. Con lo dicho he visto que el hereje Drake es autor de la mentira con que quiere subir este mar de California hasta la mar del Norte, queriendo desmentir a los antiguos españoles que pusieron a la California tierra firme con esta, como realmente lo es.” Y concluía con un lamento en el que afloraba su frustración: “por este hereje hemos trabajado tantos, tanto.”

Sir Francis Drake
Oyuela se quejaba de que el conocimiento logrado desde el inicio de la conquista de Nueva España, de que se trataba de una península, había sido desechado por la versión de Drake. Es decir, aunque en 1541 Hernando de Alarcón, que obedecía las órdenes de Cortés había realizado un viaje exploratorio por barco del mar califórnico y descubierto su  peninsularidad, sin embargo, al igual a como sucede en tantas ocasiones en nuestros países, se le creyó más a un extranjero, a Sir Francis Drake que a él. 

Drake fue un pirata inglés que había realizado un viaje por la costa del Pacífico de Nueva España, asaltando y robando los pueblos españoles por donde pasaba. Navegó siguiendo de Sur a Norte la costa del Pacífico Americano en 1579 y llegó hasta cerca del actual San Francisco aunque sin encontrar el famoso paso al Oriente.

Isabel I
Y cuando regresó a Inglaterra, la Reina Isabel le premió otorgándole el título de caballero, aunque declaró que lo descubierto en su viaje era secreto de Estado y ordenó que se guardara silencio sobre el asunto, además de insertar mentiras en su crónica. Pasó el tiempo, y basándose en lo descrito en su viaje, que no mencionaba la existencia de alguna península en nuestra región, los súbditos españoles que se encontraron con California en el mismo lugar, pensaron que tal vez no fuese península porque habría bloqueado la exploración de Drake, sino una isla en realidad, y que tal vez formaría un estrecho con tierra firme, el legendario de Anián, que más al Norte se abría nuevamente y permitía la comunicación con Asia. El mismo Kino siguió esta hipótesis, mostrando California como una isla en sus mapas iniciales.



Pero continuó la búsqueda, y mentes como la de Kino encontraron otra dimensión, idearon otra vocación más para la región: la Pimería debería tener una ubicación estratégica dirigida hacia el comercio mundial. En otras palabras, podía servir como puente, terrestre o marítimo, hacia las riquezas comerciales del continente asiático.

Así, los intentos para determinar si esa larga lengua de tierra era isla o península desvelaron las atenciones de infinidad de exploradores, entre ellos las de nuestro misionero, Eusebio Francisco Kino, quien intentó probar, acertadamente por cierto, que California es una península, contra las opiniones de peninsulares, como Juan Matheo Manje, que siempre creyeron que se trataba de una isla. 

Sin embargo, lo que Kino no podía predecir era que, a pesar de que California sí es península, la realidad es que para llegar a ella es necesario atravesar el desierto de Sonora. Esta es una de las regiones más inhóspitas del planeta, una zona en donde las arenas desérticas, aparentemente interminables, se extienden hasta el horizonte ocasionando incontables muertes a través de los siglos. Eso imposibilitaba la comunicación y el comercio entre ambas. Es decir, al reto de determinar la peninsularidad califórnica se unió otro a vencer, uno que Eusebio Francisco Kino nunca mencionó, el de la extrema aridez de su medio natural, el de la escasez de agua que rige, aún hoy, el desarrollo de nuestra región.

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