lunes, 29 de agosto de 2011

Información

Debido a que este fin de semana se conmemoró otro aniversario más del incidente internacional del 27 de agosto de 1918, debido al cual Nogales, Sonora, ha recibido el título de heroica, en esta ocasión cambié el tema de mi artículo semanal.

Los interesados pueden acceder al artículo en cuestión haciendo click en este enlace

  O si les interesa tener información más profunda sobre lo sucedido entonces, también pueden lograrlo a través de este otro enlace.

Aprovecho la ocasión para informarles, también, que la próxima semana continuaré con mi serie de artículos acerca de los viajes exploratorios del misionero jesuita, Eusebio Francisco Kino.




domingo, 21 de agosto de 2011

Kino pasa por Nogales hacia el Colorado

Después del viaje que realizaron Eusebio Francisco Kino, Juan María Salvatierra y Juan Matheo Manje en la primavera de 1701 buscando probar la peninsularidad californiana, todos acordaron que nuevamente realizarían otro más, a finales de ese año, para reafirmar lo descubierto. Sin embargo, varios sucesos vinieron a frustrar esos deseos. A última hora Salvatierra no pudo acudir, y en Sonora hubo un cambio de gobierno militar: el Gral. Domingo Jironza Petriz de Cruzat, tío de Manje, fue reemplazado por Jacinto de Fuensaldaña, quien tenía otras prioridades y no aportó la escolta militar que Jironza había prometido.

Ruta del viaje (Puedes hacer click en la imagen para verla más grande)
Así fue cómo, al terminar el calor veraniego habitual, el 3 de noviembre de ese 1701 partía Kino en otra expedición más en la que lo acompañaba un español además de numerosos indígenas. La ruta que siguió en esta ocasión fue diferente a las anteriores: pasó por Remedios y entró a la cuenca del Río Santa Cruz; pasó por San Lázaro y llegó hasta Guevavi, donde actualmente se encuentra la planta de tratamiento de aguas residuales cerca de Río Rico, Arizona. Allí cambió su ruta: dirigió en seguida sus pasos rumbo al sur y, siguiendo el Arroyo que hoy se llama Los Nogales en honor a los árboles que alguna vez crecieron en su cauce, pasó bajo el acantilado que actualmente, además de marcar en la cañada una línea fronteriza que entonces no existía, sirve también de eterno monumento a la historia geológica de nuestro municipio.

Obviamente, en aquel entonces no existía nuestra ciudad, aunque alguno de los lugares mencionados en los libros de registros misionales de la región indudablemente estuvo ubicado dentro de nuestra población; entre ellos cabría mencionar a Cuchutaqui, Sicurisutá, Tchoamuqui o Vaicat, además de otros más.

De cualquier manera, Kino no dejó una sola palabra de su paso por el Arroyo donde hoy se asienta esta ciudad. La siguiente mención del misionero es su arribo a Síboda, actual Cíbuta, corrupción hispana del locativo pima “Síboidac,” en la que encontramos la raíz pima “oidac” o milpa, donde había establecido un rancho ganadero. Después de descansar a la sombra de la sierra del mismo nombre, continuó su camino, remontándola, para después hacer lo mismo con la siguiente, paralela a ésta, la Sierra de Guacomea, hasta que llegó al Búsani (“booshan” o valle) y de allí en adelante se adentró al desierto de Sonora hasta que llegó al siguiente oasis, Sonoita (“shon” debajo de y “oidac” milpa), el 12 de noviembre.

De Sonoita, atravesando la región más inhóspita del desierto de Sonora, se dirigió hacia el Noroeste hasta llegar al río Gila, y luego siguió por su cauce río abajo hasta su confluencia con el río Colorado. Pero dejemos que el misionero nos describa este tramo de su viaje:  “…y habiendo pasado a caballo el único paso que el Río Grande [el Gila] tenía en aquellos contornos, con la comitiva de más de doscientos yumas y pimas … al anochecer llegamos con bien a San Dionisio…” Era la confluencia de los ríos Gila y Colorado, aunque su meta no era esa, así que cruzó nuevamente el Gila y siguió por la margen oriente del Colorado rumbo al Sur, por un: “…camino que hasta ahora nunca habíamos andado o entrado…”

Su diario de este tramo del viaje nos refleja la alegría que debió de sentir, ya que en uno de los escasos párrafos en que deja aflorar el sentimiento, nos describe un entretenimiento que aún hoy es tradicional en Sonora: “Con lo cual ensilló un caballo un vaquero de Nuestra Señora de los Dolores, y salieron siete u ocho de los más ligeros corredores quíquimas, y aunque el dicho vaquero al principio, de propósito, los dejó ganar alguna delantera y se holgaban ya mucho de ella, luego, después, los dejó muy atrás y muy espantados.”


 Pero la aventura no terminaría allí. Un día después decidió cruzar el río Colorado y nos habla de una corita (canasta) del tamaño de las que tejen hoy los indios Seri: “Y porque no me mojara los pies, admití la corita grande en que me querían pasar, y poniéndola y fijándola sobre la balsa, me senté en ella y pasé en ella muy descansadamente y muy gustoso, sin el menor riesgo,” aunque es probable que no haya dormido esa noche, ya que lo recibieron en la banda opuesta del Colorado con “bailes y fiestas a su modo de ellos.”

Un día después se adentró a California, encontrando “pequeñas pero muy continuadas rancherías [y] una campiña de muy fertilísimas tierras, de hermosísimas milpas … con muchos maíces, frijolares y calabazales…” y hasta allí decidió llegar en esa ocasión, ya que el elusivo delta del río Colorado se encontraba aún más al Sur y él debía regresar a Dolores.

domingo, 14 de agosto de 2011

El aniversario del bautismo de Kino

En esta ocasión interrumpo la crónica que he venido realizando sobre Eusebio Francisco Kino. La razón, esta semana se conmemoró, en Magdalena, el 366 aniversario de su bautismo. En la próxima semana reanudaré esta crónica:

Esta semana se realizó, en Magdalena, otra conmemoración más del bautismo del misionero Francisco Eusebio Kino, en este año en que recordamos el tricentenario de su fallecimiento. El día 8 de agosto habló el Dr. Gabriel Gómez Padilla acerca de la dimensión espiritual de Kino; el 9 lo hice yo sobre el sueño que motivó sus viajes exploratorios y el 10 cerró el Lic. Rómulo Félix Gastélum haciendo un recuento general de la vida del misionero.

De las demás charlas me quedan muchos recuerdos; entre otros, la mención que hizo alguien acerca de la enorme proliferación en todo el noroeste mexicano de todo tipo de negocios, calles, sitios y lo que uno guste con el nombre de Kino, indicativo del ícono social en que se ha convertido el nombre del misionero. Pero no quiero extenderme sobre la respuesta a las demás conferencias sino hablar del acogimiento a la mía.

El salón Presidentes, de Magdalena, al igual que con las demás charlas, estaba lleno con autoridades locales, ex alcaldes y magdalenenses que, se percibe, se encuentran pendientes de todo lo que tenga que ver con su población. Lo noté de inmediato cuando se vino la respuesta a mi presentación; cuando una interminable sucesión de preguntas se lanzó, como avalancha, sobre quien ésto escribe. Discrepancias, opiniones, preguntas llanas; un gran concierto de expresiones, de dudas me hicieron ver que los magdalenenses se preocupan por el significado ideológico, por la trascendencia simbólica que tiene su población para el Norte de nuestro país. Alguien llegó a afirmar, tal vez yo mismo fui, que si el centro del país cuenta con la Guadalupana, Magdalena se ha convertido en la capital espiritual de todo el occidente de nuestro país y suroeste estadounidense, como la veneración a San Francisco, a Kino y las peregrinaciones de octubre lo prueban.

Un día después, precisamente el día diez cuando se conmemora el bautismo de Kino, siguiendo a una pequeña lluvia que abrillantó el verdor de la vegetación, a las nueve de la mañana hombres vestidos de levy y con pantalones “de vestir,” amas de casa con sus mejores ropas, un numeroso grupo de estudiantes, funcionarios y demás invitados nos reuníamos a un lado de la cripta que guarda los restos de Kino, preparándonos para depositar allí una cápsula del tiempo. Era ahora el turno de hoy para dejarle un recuerdo al mañana; pero a diferencia de las cápsulas que me ha tocado ver, ésta fue una muestra de que en Magdalena están conscientes de que la historia no únicamente ve hacia el pasado sino hacia el porvenir también en lo tecnológico.

El momento de colocación de la cápsula. A la izquierda aparece el mausoleo donde se encuentran los restos de Kino, y a la derecha el templo de Magdalena con la efigie de San Francisco, objetos, ambos, de adoración en Sonora.

En la cápsula fue depositada una computadora con información sobre el Magdalena actual: documentos digitales, imágenes, etc, así como un impreso con instrucciones sobre cómo activarla y acceder a esa información cuando le toque ser abierta. La acompañaba un paquete de discos compactos con más información oficial, sin dejar de lado la enorme cantidad de datos personales que aportaron los magdalenenses en los que, me tocó verlo, el numeroso grupo de estudiantes presentes, posiblemente al ver que en la cápsula se habla su lenguaje, el digital, también participaron con entusiasmo. Yo, en lo personal, deposité también un DVD con una versión digital de mi ponencia de la noche anterior.



Vino después la ponencia del Lic. Félix, y después de escucharlo, a él y a mí nos invitaron a charlar con el alcalde de esa hermana población. En su oficina, durante más de una hora nos habló de hacia dónde se encamina Magdalena, de sus planes para promoverla en lo económico, de su intención de convertirla en un centro regional, del potencial turístico que tiene; pero sobre todo, de la participación social que le ha intentado imprimir a su gobierno; yo le respondí agradeciéndole ser una prueba palpable de ello al haber sido invitado a trabajar con ellos, con nombramiento oficial como miembro del Comité Conmemorativo del Tricentenario de la muerte de Kino, y eso que no soy magdalenense.

Por su parte, el alcalde se encontraba ya tan motivado en comunicarnos las bondades de su municipio, que para reforzar su argumento acudió a su computadora personal y nos mostró varios videos que se encuentran en Internet, en Youtube, todos con el mismo tema, todos siendo una prueba palpable del creciente interés por Magdalena: Brandon Flowers que, debo agregar, no es católico, solista del grupo The Killers, uno de los principales grupos musicales del mundo, ganador de innumerables premios y para quien Elton John ha llegado a componer varias piezas musicales, cantaba sobre la peregrinación otoñal a Magdalena: “…De Nogales a Magdalena hay 60 millas de camino sagrado … ampollas en mis pies y un rosario de madera…”




domingo, 7 de agosto de 2011

California es Península

Y así fue cómo esa primavera de 1701, después de fallar en su intento de llegar al delta del Río Colorado siguiendo la ruta que rodeaba por el Sur el volcán de Santa Clara (actual Pinacate), Eusebio Francisco Kino, Juan María Salvatierra y Juan Matheo Manje volvieron  sobre sus pasos hasta regresar cerca de Sonoita. Ya allí, acordaron los misioneros con Manje intentar rodear ahora por el norte el volcán, anticipándose a la ruta que sigue actualmente la carretera de Sonoita a San Luis río Colorado, para ver si lograban descubrir el delta del río Colorado.

Rodeando por el Norte al Pinacate (Santa Clara)
El día último de marzo partían en esta nueva aventura. Los acompañaban seis pimas como guías, seis cargas de alimentos, dieciocho mulas y tres caballos; y después de recorrer unos 50 Km, al aproximarse la puesta del sol, decidieron subir a un agreste cerro, desde cuya cima, según nos cuenta Salvatierra: “Púsose el sol, y se divisó desde el cerro, con toda claridad, toda la mar abajo al sur, y puesto de la mar adonde habíamos bajado [o sea cuando rodearon por el sur el Pinacate y llegaron hasta la bahía del actual Puerto Peñasco, cerca de la isleta de San Jorge]. Vimos que el medio arco de sierras, cuyo remate nos tapaba la dicha faja de cerros de la Nueva España, se venía cerrando y trabando continuamente con otros cerros y lomas de la Nueva España.” 

Sin embargo, ese panorama fue interpretado en forma distinta por Manje, quien agregó  que “la serranía opuesta del mar de California proseguía hazia el nordeste, en forma de media luna; y la tierra y costa de esta Nueva España, por estas naciones, declinaba al oes-norueste. Por donde, confirmamos algo más: que llegan a juntarse ambas tierras; y no bimos proseguir adelante el mar [es decir no alcanzaron a divisar que el mar se extendiera más hacia el norte]; si no es que se llega tanto a angostar, que, de lo lejos, no lo podimos apercervir, por su angostura.” En otras palabras, Manje interpretaba el panorama  que se ofrecía a sus ojos y pensaba que cabía la posibilidad de que únicamente existiera un estrecho en el mar y que nuevamente se abriera éste más al norte, dejando a California como isla.

Y agregaba una nota explicatoria sobre su discrepancia con los misioneros: “En esto, aunque sea molesto, quiero ser genuino, por no deslisarme en ápice del alma de la verdad, que es el nervio fundamental de cualquier ystoria.”

Un día después planeaban continuar su camino hacia la costa, aunque los guías les dijeron que no había agua en las próximos 100 Km, por lo que “Y visto el sin remedio, tratamos con los naturales que, después de aguas, proseguiríamos el descubrimiento, ofreciendo éstos acompañarnos con mucho gusto; y, para conducir ganados, requiere escoger tiempo oportuno de aguas y no en tiempo de tanta sequedad” Es decir, los habían vencido los eternos problemas de esa región del desierto de Sonora: por un lado la escasez de agua y, por el otro, el creciente calor de esos días que, yo que he andado en esa región durante esa temporada  puedo constatar que ya entonces empieza a hacerse insoportable el calor acompañado de los reflejos solares en la roca negra , mientras que los arenales se extienden aparentemente hasta el infinito. No en vano esa ruta ha sido llamada "El camino del Diablo" y ha costado tantas vidas desde tiempos inmemoriables.

De cualquier manera, los misioneros Jesuitas se dispusieron a difundir la noticia de que finalmente se había descubierto que California era una península. Kino dibujó un mapa que lo haría famoso en Europa, al que tituló: “Paso por Tierra a la California y sus confinantes nuevas naciones y nuevas misiones de la Compañía de Jesús en la América Septentrional, 1701.” La mayor discrepancia que mostraba este nuevo mapa en relación con su anterior, de 1696, en donde aparecía California como isla, era que ahora mostraba a California unido a Sonora, quedando separados únicamente por el río Colorado y su delta. Además, también aparecían uniéndose el rio Gila y el Colorado antes de su desembocadura al mar, según le constaba al misionero, ya que había llegado hasta esa confluencia seis meses antes.

Haz click en el mapa para verlo más grande

Del lado de California, el misionero mostró la “sierra nevada” situada al sur de la “sierra azul.” Se trataba  indudablemente del actualmente conocido como Picacho del Diablo que, con sus más de 3,000 metros de altura, constituye el punto más alto de la Baja California. Eran nombres que indudablemente les había dado nuestro misionero al divisarlos desde la distancia, esa primavera de 1701.

lunes, 1 de agosto de 2011

Kino y Salvatierra buscan el delta del Colorado


Ya vimos en el artículo anterior de esta serie la urgencia que tenía el misionero Eusebio Francisco Kino para regresar a Dolores de su viaje al río Colorado. La razón: había prometido enviarle ganado a Salvatierra, a California, para sustento de sus misiones. Ya habían intercambiado cartas los dos misioneros sobre cómo facilitar y hacer más barato el envío de ganado desde Sonora, y Salvatierra calculaba que si se descubría una ruta por tierra a California, o sea que ésta era una península, se abarataría enormemente el envío de ganado sonorense. De ahí el interés de ambos, Kino y Salvatierra, por resolver el asunto de la peninsularidad califórnica, que desde el punto de vista pragmático, de las acciones, se traducía, ahora, en encontrar la desembocadura del río Colorado y ver si la otra banda del río era California, o la tierra firme continuaba al Norte, dejando, así, a California como isla . Aunado a ese proyecto, Salvatierra también manejaba el establecimiento de otro puerto en la costa del Pacífico, que estuviera más al norte que el existente de Sinaloa; de ese proyecto surgió el nacimiento de Guaymas, aunque en realidad el puerto fundado no se encontraba donde hoy se extiende la ciudad de Guaymas, sino en el estero que separa a esta población de Empalme, en San José de Guaymas.

Así, Salvatierra llegó por barco a Sonora y, dirigiéndose a la Pimería Alta, en San Juan Bautista (cerca de Cumpas) consiguió una escolta para su planeado viaje, en el que iría también Manje. Pasaron por Tuape, donde su misionero les dio más provisiones, aunque poco más adelante los distrajo un ataque de apaches a Saracachi, cercano a Cucurpe por donde también pasaron, hasta que finalmente llegaron a Dolores el 21 de febrero de ese año de 1701.

Después de los acostumbrados saludos, ya que hacía diez años que Salvatierra había visitado la Pimería Alta, éste se dirigió a San Ignacio, y allí esperó a Manje que había ido a combatir a los apaches. Cuando llegó Manje, continuaron su camino hacia Caborca; pasaron por Tubutama, ahora llevando veinte cargas de productos y ciento cincuenta bestias, y ya en Caborca, esperaron a que llegara Kino, quien había salido de Dolores tres días después de ellos, aunque siguió la ruta de Remedios y Cocóspera para “disponer su defensa con unos torreones” y luego regresó río abajo, pasando por la nueva ruta de Cíbuta y Sáric, y de allí, río abajo, hasta Caborca.

Reunidos ambos misioneros, continuaron hacia Sonoita. Kino nos cuenta: “fuimos rezando y cantando varias oraciones y alabanzas de Nuestra Señora en diferentes lenguas: en castilla, en latín, en lengua italiana y también en lengua califórnica,” aunque no todo fueron alegrías, ya que la falta de agua hizo estragos entre los viajeros.

Ya en Sonoita, argumentaron sobre la mejor ruta a seguir: rodear al volcán Santa Clara (Pinacate) por el Norte o por el Sur para encontrar la desembocadura del Colorado. La decisión fue seguir la ruta del Sur y con ella sellaron la suerte de su expedición, ya que de haber seguido la ruta norte el camino a la desembocadura hubiera sido más corto.

La ruta del viaje. Hasta Tubutama,  Kino siguió la de color blanco, mientras que Salvatierra y Manje la de color negro. Luego, ambos, la de rojo
Fueron rodeando el volcán por el Sur, sin agua, hasta que después de dos días sin encontrarla, llegaron a una ranchería, el Basoitutcan, donde había, según nos cuenta Manje: “algún pasto y dos tanques de agua en que bebió la caballada que, hacía 24 horas, que no bebía. Está la ranchería de indios al sur del cerro de Santa Clara a su falda; en que contamos 50 personas, gente desnuda y pobre, que sólo se sustenta con raíces, langostas y lagartos que llaman iguanas, y algún marisco…” Aunque al continuar su ruta, poco más adelante la sed nuevamente hizo crisis en ellos. Afortunadamente, encontraron otras tinajas donde pudieron satisfacerla.

Mientras avanzaban, no dejaron de discurrir sobre el origen del paisaje que veían; Manje nos describe la lava: “cerros, arroyos y barrancas de peñas derretidas, transformadas en esta liga que baja del cerro de Santa Clara” hasta que finalmente llegaron al mar, donde inmediatamente notaron las enormes mareas de la zona, aunque no encontraron la desembocadura del río Colorado, ya que se encontraban muy al Sur. Entonces empezó entre ellos, según nos narra Manje: “una amigable disputa, alegándoles [yo] que, en estas cosas, se ha de decir lo cierto [ya] que sólo, comunicándose este brazo con el mar del sur, podía causar tan fuertes corrientes; y aunque angostase, como pensábamos, el brazo de mar, cinco o seis leguas, podía volver a ensanchar, como el de Gibraltar, en España, con el mar Mediterráneo.” Es decir, Manje interpretaba la que, hoy sabemos, una de las mayores mareas del mundo, la del golfo, como indicativo de que nuevamente se abría el estrecho y se comunicaba otra vez con el Pacífico (el Mar del Sur, como se le llamaba entonces), y que por lo tanto California sería una isla.