domingo, 1 de mayo de 2011

A comer calabaza...

Eusebio Francisco Kino escribió durante los últimos meses de 1695 una biografía del mártir Francisco Xavier Saeta al que le agregó un mapa de la Pimería con un dibujo del martirio. Después, en noviembre salió a la ciudad de México a pedir más misioneros y a contrarrestar los informes negativos contra los misioneros. Se entrevistó con el Provincial Jesuita y el Virrey, acusó a algunos capitanes pimalteños de responsabilidad en la rebelión y consiguió la promesa del Provincial de enviarle cinco misioneros más. El 8 de febrero de 1696 partía de regreso a la Pimería para llegar a Dolores en mayo.

Mapa de la Pimeria Alta con la imagen del martirio de Saeta, por Kino.
En junio llegaban los jefes indígenas de toda la región a Dolores, iban convocados por Kino. Este los reunió en la iglesia, les habló en Pima de los resultados de su viaje a la capital novohispana, bautizó a los que estaban catequizados y se lo negó a los que aún no lo habían sido. Por su parte, los indios le ayudaron a segar el trigo y Kino envió un informe a la ciudad de México con los nombres de todos los asistentes.

Cuando supo ésto, el padre Marco Antonio Kappus, misionero de Cucurpe, 20 kilómetros río abajo de Dolores, le escribió al Rector Francisco Xavier Mora, misionero de Arizpe, una carta que le pedía que quemara después de leer. Le informaba que Kino había convocado esa reunión para desmentir lo que se decía sobre él: que no hablaba Pima y que bautizaba sin catequizar adecuadamente; pero también, que los había llamado para que le ayudaran a cosechar el trigo, como “ordinariamente se hace todos los años.”

En respuesta, el Rector le escribió un informe al Provincial con una lista de acusaciones contra Kino; entre otras, que el supuesto informe de Kino a los indígenas había caído en oídos sordos, ya que éstos no comprendían el significado de lo que Kino les dijo, porque “aún de los que están entre españoles, no alcanzan la mínima parte de conocimiento de lo que es virrey, ni padre provincial…”

Pero eso no fue lo peor, ya que en seguida lanzó una verdadera bomba: Kino había ordenado el arresto de dos indios que él consideró eran los verdaderos culpables de la muerte de Saeta y envió a unos justicias indígenas de Dolores a detenerlos, aunque cuando pasaron por San Ignacio, el padre Campos ordenó que regresaran ya que vio que Kino se estaba involucrando en asuntos seculares. Cuando supo ésto, Kino se encolerizó contra Campos y se quejó de él con Mora: “Ya pudiera estar ejecutado el castigo del alcalde de Oquitoa, el homicida sacrílego del padre Saeta si cierto cariblanco no lo hubiere estorbado.” Mora, sin embargo, respaldó las acciones de Campos y le advirtió a Kino que no se metiera en asuntos seculares.

De cualquier manera, Kino hizo caso omiso a la advertencia del Rector. Envió de nuevo a sus justicias, los que arrestaron a los indios y se los llevaron a Dolores donde, según escribiría Mora: “encarceláronlos (dicen por no haber casa apropiada en el pueblo) en la misma casa del padre en un aposento pared en medio de la iglesia…” Luego, Kino les informó al rector Mora y al teniente de Alcalde Mayor, Pedro de Peralta, que ya habían sido detenidos. Y como por entonces pasó por Dolores el padre Ruiz de Contreras, Kino le pidió que confesara a los indios, a lo que éste se negó argumentando que no sabía Pima. La respuesta de Kino fue que de cualquier manera ya habían sido catequizados; así que los llevaron a la iglesia a bautizar y regresaron a encerrar para esperar su suerte.

Pero no terminaron allí las complicaciones. Cuando Kino le dijo a Contreras que sólo esperaba la llegada de Peralta para entregárselos, éste le respondió que no podrían sacarlos del edificio, ya quese encontraban protegidos por la inmunidad de la iglesia. Entonces Kino le respondió que no sería difícil mandarlos a comer calabaza a la casa del capitán para arrestarlos allá.

Cuando Peralta llegó a Dolores desde Arizpe donde vivía, para protegerse de complicaciones debido a la inmunidad de la Iglesia acordó con Kino que los indios salieran desamarrados de la casa, aunque con guardias, y así los arrestó. Luego, Kino le informó al Rector Mora lo sucedido: “Dijéronme las justicias española y no española que los dos habían salido sueltos y de su propia voluntad a comer calabaza.” Eso desató la tormenta… Pero el espacio se agota, así que continuaré en el próximo.


0 comentarios:

Publicar un comentario