martes, 4 de enero de 2011

Fray Marcos de Niza y la expedición de Francisco Vázquez de Coronado

Antes de presentar la crónica de los logros de Kino en el noroeste novohispano, es necesario explicar los antecedentes de la presencia hispana en esta región, ya que gracias a avances en el conocimiento histórico, muchos de esos eventos están siendo reinterpretados. Veamos un caso:

Todos conocemos la expedición de 1528 de Pánfilo de Narváez a Florida y su fracaso; nos hemos asombrado al leer cómo cuatro sobrevivientes: Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Andrés Dorantes de Carranza, Alonso del Castillo Maldonado y un africano al que llamaban Esteban o Estebanico, tuvieron que pasar por enormes vicisitudes para regresar a la región más boreal colonizada hasta entonces; Sinaloa. Esa epopeya ha sido contada innumerables veces, se ha convertido en tema de novelas y ha sido llevada al cine hasta convertirla en uno de los íconos de nuestra historia.

Según esta historia, después de su regreso, y al presentarse a la Ciudad de México, Cabeza de Vaca le narraría los sucesos que había vivido al Virrey, Antonio de Mendoza, quien se encontraba entonces luchando contra Hernán Cortés por lograr la primacía en la conquista del noroeste novohispano. Al escucharlo, Mendoza organizó una pequeña expedición dirigida por un franciscano, Fray Marcos de Niza, quien se haría acompañar de Estebanico para explorar el norte ignoto.

Al regresar de esta expedición, Fray Marcos le contó al Virrey lo que había visto. Estebanico se había adelantado al resto de los expedicionarios, aunque acordaron ambos que le enviaría una señal a Fray Marcos, dependiendo de la importancia de lo que hallase. Si lo que hallara era algo “razonable” sería una cruz de un palmo; si era cosa grande sería de dos palmos, y si veía una gran ciudad, le enviaría una gran cruz. Y así sucedió:

“a quatro días vinieron sus mensajeros de Estevan con una cruz muy grande de estatura de un hombre y me dixeron de parte de Esteban que a la hora me partiese en su seguimiento porque había topado con gente que le daba razón de la mayor cosa del mundo…”

Así, decidió seguir Fray Marcos y, según narraría a su regreso, en el camino encontró indios vestidos con turquesas, los que le contaron que:

"...en esta primera proujnçia ay siette çiudades muy grandes, todas debaxo de vn señor y de casas de piedra y de cal grandes, la mas pequeña dellas de vn sobrado y vna açutea ençima y otras de dos y de tres sobrados y la del señor de quatro, juntas todas por su horden, y en las portadas de las casas prinçipales muchas lauores de piedras turquesas, de las quales dixo que ay en grande abundançia y que la gente destas çibdades anda muy bien vestida y otras muchas particularidades me dixo asi destas siette çibdades commo de otras proujnçias mas adelantre, cada vna de las quales dize ser mucho mas cosa qu’estas siette çiudades y para saber del commo lo sabia, tuuimos muchas demandas y rrespuestas y hallele de muy buena rrazon..."

aunque poco más adelante le hallaron unos mensajeros que le dijeron que Estebanico había sido asesinado.
De cualquier manera, decidió continuar su viaje y alcanzó a ver desde la distancia una ciudad que:

“Tiene muy hermoso parescer de pueblo, el mejor que en estas partes yo he bisto; son las casas por la manera que los indios me dixeron, todas de piedra con sus sobrados y açoteas, á lo que me paresció desde un cerro donde me puse a vella. La población es mayor que la ciudad de México… [aunque] me dixeron que era la menor de las siete ciudades…

Al escuchar esta narración de Fray Marcos, el Virrey Mendoza envió ahora una gran expedición compuesta por 335 españoles, 1300 nativos, cuatro frailes franciscanos; dirigida por Francisco Vázquez de Coronado y guiada por Fray Marcos. El resultado ya lo conocemos: pasó por el actual Sonora rumbo al Norte y llegó hasta las grandes llanuras del actual Estados Unidos, aunque halló que las grandes ciudades y riquezas no existían, eran una quimera. Hasta aquí la historia oficial.

Pues bien, recientemente el Dr. Juan Francisco Maura ha reinterpretado lo sucedido entonces y acusa directamente a Cabeza de Vaca de haber mentido; es “sospechoso e inaudito,” acusa, que Cabeza de Vaca carezca de registro de seis años que supuestamente pasó en la región del interior continental, de los nueve años de su viaje; además le faltan nombres de tribus reconocibles, de lugares, de eventos, etc.

Pero eso no es todo, y esta es la acusación más grave y con mayor potencial de afectación histórica: “Cabe también la posibilidad de que Hernán Cortés se hubiese confabulado con estos supervivientes y contribuido para que contasen estas historias de las riquezas de Quivira y Cíbola y así poder burlarse de su competidor el virrey de México al ver la inutilidad de las expediciones que se emprendieron a continuación y que llegaron a tierras de lo que hoy es Kansas en Estados Unidos.”  

Y concluye Maura: “Estoy convencido, por lo tanto, de que la supuesta muerte de Esteban, fue utilizada por él y por sus amigos indios para que éste consiguiese su libertad y para que Fray Marcos no pasase adelante y descubriese el fraude de las Siete Ciudades.”

Sin embargo falló el intento. La mentira original de Cabeza de Vaca alimentó la ambición de Mendoza, y el crédulo Fray Marcos de Niza imaginó ver desde la distancia unas riquezas que hoy sabemos que nunca existieron, y eso le contó al Virrey. De esta manera, Mendoza organizó la expedición de Francisco Vázquez de Coronado, que se convirtió en uno de los grandes fracasos de la historia.

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